Amado y aborrecido

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amado_y_aborrecido_shotTrata de jovenes enamorados pero el padre ella es un rey y por ser esto tiene mucho poder y no quiere a ese hombre para su hija.

AURELIO:            ¿Dónde queda el rey?
DANTE:                                       Detrás   
de esos ribazos le dejo,
en el alcance empeñado
de un jabalí, cuyo riesgo
veloz Aminta su hermana
sigue también.
AURELIO:                          Según eso,
ocasión será de que
concluyamos nuestro duelo,
con la novedad que está
citado.
DANTE:                      Para ese efecto
esperando estaba a vista
de este edificio soberbio.
AURELIO:         Pues llegad; solos estamos.
DANTE:           ¡Ah del soberano centro
donde aprisionada vive
toda la región del fuego!
AURELIO:         ¡Ah de la divina esfera
del sol más hermoso y bello
que, a pesar de opuestas nubes,
abrasa con sus reflejos!
DANTE:           ¡Ah del alcázar de amor!
AURELIO:         ¡Ah del abismo de celos!
DANTE:           ¡Patria de la ingratitud!
AURELIO:         ¡Monarquía del desprecio!
AURELIO y DANTE: ¡Ah de la torre!

En lo alto salen NISE y FLORA

FLORA y NISE:                          ¿Quién llama…
NISE:            …tan sin temor…
FLORA:                                 …tan sin miedo
a estos umbrales?
DANTE:                                 Decid
a vuestro divino dueño…
AURELIO:         Decid a la soberana
deidad de ese humano templo…
DANTE:           …que a ese mirador se ponga.
AURELIO:         …que salga a esa almena.
IRENE:                                        ¡Cielos!
¿Quién para tanta osadía
ha tenido atrevimiento?
¿Quién aquí da voces?
AURELIO y DANTE:                       Yo.
IRENE:           Ya con dos causas, no menos
que antes extrañé el oíros,
habré de extrañar el veros,
no tanto porque del rey
atropelléis los decretos,
no tanto porque de mí
aventuréis el respeto,
rompiendo el coto a la línea
de mi espíritu soberbio,
cuanto porque acrisoléis
la ingratitud de mi pecho,
que a par de los dioses juzga
lograr mármoles eternos.
Si de por sí cada uno,
aun en callados afectos
que apenas a estos umbrales
llegaron, cuando volvieron
castigados y no oídos,
examinó mis desprecios,
¿qué hará, unido de los dos,
ahora el atrevimiento?
¿Qué pretendéis?  ¿Qué intentáis?
Y ¿con qué efecto, en efecto,
llegáis aquí?  ¿Para qué
me dais voces?
AURELIO y DANTE:                  Para esto.

Sacan las espadas

AURELIO:         Que si de ambos ofendida
estás, ambos pretendemos,
con librarte de una ofensa,
ganar un merecimiento.
DANTE:           Y porque de su valor
quede el otro satisfecho,
queremos que seas testigo
tú misma de nuestro esfuerzo.
AURELIO:         Ya partido el sol está,
pues el sol nos está viendo.
DANTE:           Yo, porque no esté partido,
lidiaré por verle entero.

Riñen

IRENE:           Tened, tened las espadas;
templad los rayos de acero;
mirad que aun el vencedor
la esgrime contra sí mesmo,
pues no es menor el peligro
de vivir que quedar muerto.

Siguen riñendo

AURELIO:         ¡Qué valor!
DANTE:                       ¡Qué bizarría!
IRENE:           Llamad quien de tanto empeño
el riesgo excuse.
NISE:                              ¡Ah del monte!
FLORA:           ¡Cazadores y monteros
del rey!

Dentro

VOZ:                      De la torre llaman.
Acudid, acudid presto.
AURELIO:         ¡Que no acabe con tu vida!
DANTE:           ¡Que dures tanto!

Salen el REY y gente

REY:                              ¿Qué es esto?
AURELIO y DANTE: Nada, señor.
IRENE:                       (Las almenas               Aparte
dejaré.  Y pues al rey tengo
tan cerca de mí, han de hablarle
claros hoy mis sentimientos.)

Vase

REY:             ¿Qué es esto?, digo otra vez;
y no ya porque pretendo
que afectado el disimulo
desvelar quiera el intento,
sino porque ya empeñado
estoy en que he de saberlo.
¿Qué es esto, Dante?
DANTE:                                 Señor,
no lo sé.
REY:                              ¿Qué es esto, Aurelio?
AURELIO:         Tampoco sabré decirlo.
REY:             ¡Oh, qué recato tan necio
y tan fuera de que llegue
a conseguirse!  Y, supuesto
que lo he de saber, mirad
que casi toca el silencio
en especie de traición.
DANTE:           A esa fuerza…
AURELIO:                        A ese precepto…
DANTE:           …la causa, señor…
AURELIO:                                …la causa…
REY:             Decid.
DANTE:                …es amor.
AURELIO:                          …son celos.
REY:             Aunque celos y amor sea
respuesta bastante, puesto
que ellos son de acciones tales
culpa disculpada, quiero
más por extenso informarme
de la causa porque, siendo,
como sois, en paz y en guerra
los dos polos de mi imperio,
con quien igual he partido
la gravedad de su peso,

A DANTE

valeroso tú en las armas,

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