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Libro de Mario Bunge
DESAFÍOS QUE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA DEL SIGLO XX PLANTEAN AL FILÓSOFO
No sabemos ni podemos saber cómo serán la ciencia y la técni¬ca en el nuevo siglo. No podemos saberlo porque la invención radical es tan impredecible como el accidente y porque la es¬pontaneidad no es programable. Sin embargo, si extrapolamos las tendencias recientes podemos prever que la ciencia y la téc¬nica seguirán avanzando. También podemos profetizar que, si se permite que sigan avanzando, producirán descubrimientos e invenciones, tanto teóricos como prácticos, asombrosos e im¬previsibles. Parafraseando lo que Pablo de Tarso dijera acerca de su dios: «Ni ojo vio, ni oído oyó, ni el corazón del hombre jamás imaginó las maravillas que la ciencia y la técnica tienen re¬servadas para quienes las aman.»
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¿Qué desafíos plantearán a los filósofos esas novedades por venir? ¿Qué responsabilidades tendrán que asumir? Puesto que no conocemos las futuras novedades, tampoco sabemos qué de¬safíos plantearán a los filósofos. Por esto me limitaré al presen¬te. Más precisamente, me limitaré a mencionar diez desafíos que, presumiblemente, seguirán en pie durante unos cuantos años.
1. Defender la investigación básica de los ataques pragmatistas y neoliberales. Resaltar que el nuevo conocimiento científico, aunque no tenga aplicaciones prácticas inmediatas, enriquece la cultura tanto como la enriquecen el arte y las humanidades. Es¬ta tarea de defensa de la investigación desinteresada contra los filisteos requiere, como mínimo, una clara distinción entre cien¬cia básica, ciencia aplicada y técnica, así como una evaluación de sus funciones respectivas en la sociedad moderna. Desgraciada¬mente, el sociologismo-constructivismo-relativismo a la moda niega esa distinción al hablar de «tecnociencia» y afirmar que to¬do es construcción o convención social. Por lo tanto, lejos de hacer contribuciones positivas a la política científico-técnica, inspira una política utilitarista que exige que la pretendida «tec¬nociencia» sólo produzca resultados de utilidad práctica inme¬diata. Esto es como pedir peras al olmo.
2. Defender la libertad de la investigación básica contra las restricciones impuestas por dogmas ideológicos. En particular, de¬fender la biología y la cosmología evolucionistas de los ataques creacionistas, y defender las ciencias sociales básicas de los ata¬ques de quienes sostienen que toda investigación social está ne¬cesariamente contaminada por alguna ideología. Hacerles ver que, aunque una investigación haya sido motivada por conside¬raciones ideológicas, será válida si se ajusta al método científico. En la ciencia, como en el arte, el resultado importa más que la motivación.
3. Criticar las seudociencias y las seudotécnicas, tales como el psicoanálisis, la parapsicología, la homeopatía y la microecono¬mía neoclásica, no sólo porque afirman falsedades, sino tam¬bién porque estafan a sus consumidores. Esta tarea exige, como mínimo, que se caracterice a la ciencia como una trinidad com¬puesta por la investigación, el saber y una comunidad de inves¬tigadores que inician o continúan una tradición de búsqueda desinteresada de la verdad en la cual se entrelaza la rivalidad con la cooperación.
4. Criticar el posmodernismo por renunciar a los valores de la ilustración, empezando por la racionalidad, el escepticismo moderado (metodológico), la objetividad, la búsqueda de la verdad y la propiedad común del conocimiento básico (a dife¬rencia del técnico). Es preciso denunciar el posmodernismo como una estafa cultural que, de triunfar, nos retrotraería un milenio. En los recintos académicos no hay que tolerar a los enemigos de la razón y la objetividad, tales como el irracionalis¬mo, el relativismo, la filosofía confesional y la llamada «filosofía feminista», que desacredita al feminismo auténtico, movimien¬to de emancipación que necesita de las ciencias para triunfar.
5. Poner al día la filosofía de la ciencia y de la técnica; apren¬der de éstas al punto de poder participar constructivamente en los debates filosóficos que se dan actualmente en las comunida¬des científicas y técnicas. Ejemplos de estos debates: averiguar si la teoría cuántica refuta al realismo; si las bioespecies y los li¬najes biológicos son individuos o conjuntos; si la selección na¬tural consiste en la variación de las frecuencias génicas o en la eliminación de los menos aptos o afortunados; si la psicología está siendo absorbida por la neurociencia, o más bien fusionada con ella; si existe la sociedad o no es más que el plural de «indi¬viduo»; si se justifica el empleo de la energía nuclear en regiones carentes de fuentes energéticas tradicionales; si la investigación técnica, a diferencia de la básica, debería ser sometida al control democrático.
6. Retomar los ambiciosos proyectos de construir una metafí¬sica científica formulados por el norteamericano Charles S. Peirce en 1891 y el argentino José Ingenieros en 1910, cuando la metafísica tradicional estaba desacreditada precisamente porque se la veía como la antítesis de la ciencia.
7. Engordar a la filosofía exacta, hoy esquelética, alimentán¬dola con problemas interesantes y arduos, tales como formular una definición correcta del azar; analizar la imbricación mutua de azar y causalidad; estudiar la conveniencia de considerar el vacío como una especie de materia; proponer caracterizaciones exactas del concepto de mente (o función mental); investigar la ontología de lo social como nivel caracterizado por propiedades suprabiológicas, y formular una teoría adecuada de la verdad factual como adecuación de una proposición a su referente.
8. Propiciar el acercamiento mutuo de las ciencias: señalar que, si dos disciplinas tienen referentes comunes, entonces cabe unirlas, ya sea en una multidisciplina (suma lógica) o en una interdisciplina (producto lógico). Por ejemplo, mostrar que la mera existencia de ciencias biosociales, tales como la demogra¬fía, la antropología y la psicología, falsea la dicotomía kantiana entre ciencias naturales y ciencias culturales. Otro ejemplo: re¬saltar la necesidad de estudiar problemas interdisciplinarios, ta¬les como la relación entre salud y clase social, y la distribución de ingresos.
9. Desarrollar la filosofía práctica a la luz de las ciencias socia¬les y con ayuda de métodos formales, para precisar sus concep¬tos y acercarla a la vida. Por ejemplo, examinar los problemas morales que plantean las políticas macroeconómicas; relacionar entre sí la praxiología con la ética, y ésta con la axiología, y ela¬borar principios éticos que, en lugar de ser aplicables solamente a ángeles, respondan a las necesidades y aspiraciones de gente de carne y hueso.
10. Propiciar el enfoque científico de los problemas sociales más acuciantes, a menudo descuidados por los especialistas o abordados de manera unilateral, como ocurre con los proble¬mas del subdesarrollo, el machismo y la violencia. Es decir, fo¬mentar el cultivo de las sociotécnicas y de sus combinaciones, como una alternativa racional y eficiente a la improvisación y la demagogia.
El libro de Mario Bunge, es muy importante en razón de que describe los desafíos planteados en la investigación científica del desarrollo de la humanidad.