El gran duque de Gandía

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#DEMONIO > < ¿ Quién me llama?
#VANIDAD > / Quien propagar procura…
#DEMONIO > / ¡Oh vanidad, adoro tu hermosura!
#VANIDAD > / …tu imperio de las sombras de Occidente / del rosicler hermoso del Oriente.
#DEMONIO > / Mucha es tu gracia, y tu belleza mucha / ¿ Qué quieres, Vanidad?
#VANIDAD > < Atiende, escucha. / Yo, la Vanidad humana, / Príncipe de la Soberbia, / en el horror de la noche / llego a llamar a tus puertas, / a despertarte del sueño / en que descansan tus penas / del letargo en que te duermes / y del frenesí en que velas. / Vengo en alas de mi fuego, / desbocada por esferas / de cristal, que es toda plumas / la Vanidad, y así vuela. / Tú, capitán general / de aladas inteligencias, / comunero de los cielos / que contra la omnipotencia / de Dios en su misma corte / enarbolaste banderas, / ¿ cómo descansas, si puedes / descansar, y no te acuerdas / de tu agravio? Un afrentado, / ¿ cómo es posible que duerma? / Gracia y belleza perdiste, / si bien guardaste la ciencia. / Pues di: de tantos agravios, / ¿ cómo, cómo no te vengas? / ¿ Y de otro mayor, que agora / Dios del polvo de la tierra / hizo al Hombre y del Imperio / que perdiste -¡qué bajeza, / qué agravio, qué sentimiento, / qué furia, qué horror, qué afrenta!- / le ha nombrado sucesor? / ¿ Y quieres que el Hombre sea / dueño del Imperio tuyo? / ¿ Cómo? ¿ Que a ti te prefiera / el barro, el polvo, el gusano, / siendo tú mas pura y bella / criatura? ¿ Quieres saber / a cuánto este agravio llega? / Pues oye casos futuros / que el cielo me representa, / que como yo subo tanto, / tal vez toco las estrellas / con la mano, y así sé / tan varios sucesos de ellas. / Uno, en fin, de este linaje, / lleno de honor y nobleza, / virtud, humildad y amor, / tendrá vida tan perfecta, / que de mí ha de hacer desprecios / siendo señor... Mas no quieras / saber, por saber que hay uno / que la Vanidad desprecia. / Grande duque de Gandía / en el reino de Valencia / será, y de la Emperatriz / María, divina y bella, / el mayordomo mayor, / ilustrando su nobleza / las ilustrísimas casas / Medina, Esquilache y Lerma, / Alcañices y otras muchas, / y de toda esta grandeza / saldrá libre, reducida / a una vida tan estrecha, / que, observante y religioso, / su virtud y penitencia / le hará levantar altares, / le hará consagrar iglesias, / le dará urna de plata / guarnecida de oro y perlas. / Francisco será su nombre; / ya de escucharle me tiembla / el pecho, que han de ser cuatro / los que mis aplausos venzan. / En Asís, Paula y Javier, / tres soles tendrá la Tierra. / El cuarto es Borja. Este siento / más que todos, porque expresa / siendo príncipe y señor / de la Vanidad, y es fuerza / que más que todos le llore, / que más que todos le sienta, / y así te vengo a animar / para que, moviendo guerra / contra Dios, y contra el Hombre, / este mal no me subceda, / pues cortándole los pasos / y haciendo que el Hombre pierda / la gracia, no logrará / la Fe estos blasones, estas / victorias la Religión / ni esta columna la Iglesia. / Y pues hoy vive un retrato / en el Hombre que nos muestra / estas acciones, en él / de tus agravios te venga. / Sal de prisa, toca al arma. / Contra Dios y el Hombre guerra, / y pues Dios morir no puede, / ¡viva Dios y el Hombre muera! (Vase, dando vuelta la apariencia.)
#DEMONIO > / Corre por el viento tú, / ave hermosa y lisonjera, / pues tu vanidad atada / de sus plumas se sustenta, / en tanto que rompo yo / otra región, otra esfera… / Mas ¡ay!, que aquesta es de fuego. / Sigue de vientos aquella / y bien digo, fuego es / mi pecho, que en él engendran / en cada aliento una llama, / cada voz una centella, / un rayo cada suspiro / en cada acción un cometa, / siendo del fuego que espiran / los ojos volcanes y Etnas. / ¿ Cómo? ¿ Que el Hombre en la gracia / de Dios a mí me suceda / en la silla, y sufra yo / que él la goce y yo la pierda? / Emperatriz soberana / es la gran Naturaleza; / el Hombre, su mayordomo / mayor, pues gasta y dispensa / sus tesoros. Que sea grande / su maravilla lo muestra / pues es obra de Dios grande / «dux», que en la latina lengua / dice capitán o guía / y él lo es de la suprema / Naturaleza; y así / que es duque claro se prueba; / de esta Emperatriz esposo / que la tiene y la sustenta / el Paraíso, que este es / emperador de la tierra. / Ya si en esta alegoría / sucesos que me revela / el Cielo se han de ver hoy, / y porque en ellos se vea / también la rabia que a mí / de su honor se me acrecienta, / me vengaré en él primero, / por ser imagen perfecta / de Aquél Y pues que la noche / turbadas velas despliega / y el sol en el occidente / baña las doradas trenzas, / todo será confusiones. / Príncipe de las tinieblas / me llaman, porque presumo / que tengo dominio en ellas. / Pues en esta misma noche / esa emperatriz o reina, / esa mujer poderosa, / esa gran Naturaleza / empiece a prevaricar / viendo en confusas ideas / del sueño su misma muerte, / que aunque no ha de morir ella / de esta vez si bien dos muertes / de agua y de fuego la esperan, / perder la gracia es morir, / y yo he hacer que la pierda. / ¡Ea, furias infernales, / sombras infundid diversas / en esa mujer; salid, / y de las prisiones sueltas / todo sea confusiones / esta noche, horror y pena! / ¡Al arma, furias, al arma! / Declarada esta la guerra, / y pues Dios morir no puede, / ¡viva Dios y el Hombre muera!
(Pasa, y sale la NATURALEZA huyendo como espantada, y salen deteniéndola PRIMAVERA, OTOÑO, INVIERNO, ESTÍO, el HOMBRE Y el PARAÍSO.)
#PARAÍSO > / ¿ Dónde vas de esta suerte?
#HOMBRE > / Oye, señora.
#PRIMAVERA > < Escucha.
#OTOÑO > < Mira.
#ESTÍO > < Advierte.
#NATURALEZA > / Dejadme todos.
#PARAÍSO > < ¡Qué mortal desvelo! / Siéntate, oye.
#NATURALEZA > < ¡Ay de mí! ¡Válgame el Cielo!
#PARAÍSO > / Di: ¿ qué accidente quiso / turbar tu luz?
#NATURALEZA > < Hermoso Paraíso, / emperador supremo, / gran mal, gran daño, gran desdicha temo, / pues pienso que conciertan mi desgracia / que yo pierda la vida, que es la gracia, / y ausente de tus brazos / entre los dos se rompan dulces lazos. / Hoy en la noche he visto..., / ¡mal el dolor, mal el temor resisto!, / que aunque soy una imagen soberana / soy, ¡ay de mí!, naturaleza humana. / ¡Mucha es mi pena, mi tristeza es mucha!
#PARAÍSO > / Pues ¿ qué soñaste, en fin?
#NATURALEZA > < Atento escucha. / Antes que el cielo y la tierra / de su fábrica gallarda / mostrase la arquitectura, / Dios en Sí mismo se estaba. / Quiso para su servicio / hacer un hermoso alcázar / donde tuviese su corte, / y con sola su palabra / hizo once esferas, que son / once palacios de plata, / once muros de cristal, / once edificios de nácar; / y para partir con todos / obras de su mano largas, / al primero dio la Luna, / nocturna luz que acompaña / las tinieblas de la noche, / imagen hermosa y clara. / Al segundo dio una estrella, / que se imagina se llama / Mercurio, que dice ciencias. / Venus, al tercero; varias / opiniones dicen que es / signo de amor; no se engañan / si amor en este le nombran, / pues con él los cielos aman. / Es el cuarto ese planeta, / monstruo de luz, que con tanta / belleza, padre del día / nace en los brazos del alba. / El quinto se atribuyó / a Marte, dios de las armas, / porque en todas las victorias / son de Dios las alabanzas. / Júpiter, el sexto; este / laureles promete y palmas. / A Saturno se encomienda / de la tierra la labranza, / que es el séptimo lugar, / cuyas sienes coronadas / de espigas le apellidaron / el gran padre de la humana / Naturaleza; el octavo / de hermosura mas extraña / es el firmamento, donde / se esculpen, fijan y tallan / las estrellas, que del sol / reciben la luz prestada. / Luego, el cielo de cristal / sucede a la esfera octava, / cristal por quien dividió / Dios las aguas de las aguas. / El décimo y primer móvil / está luego, donde manda / a una inteligencia Dios / que sea su alcaide y guarda. / Este sus polos gobierna, / y a sus preceptos se causan / los movimientos que hacen / tan divinas consonancias. / El Impíreo está después, / corte de este gran monarca, / silla de este grande rey / dosel de esta soberana / majestad. ¿ Quién fuera aquí, / para hablar en su alabanza, / aquella águila que en Patmos / vio tanto sol cara a cara? / Solo diré que con ser / aqueste lugar de tanta / veneración y respeto, / la Soberbia y la Arrogancia / de Luzbel osó poner / sus ejércitos en arma, / y angélicos escuadrones / se dividen. Ya le aclaman / rey los rebeldes y ya / se da la cruel batalla. / Ya se rompen las esferas, / ya los cielos se desatan, / ya los ejes se estremecen, / ya los velos se desgarran / y ya Luzbel, castigado, / al oscuro centro baja. / Para llenar Dios entonces / las sillas desocupadas / hizo al Mundo, y de él te hizo / emperador; soberana / reina, a la Naturaleza, / y yo soy, dándonos tantas / variedades de hermosura, / más divinas por ser varias. / Cuatro elementos nos dio: / Viento, Tierra, Fuego y Agua. / El Fuego, que nos alumbra; / el Viento, que nos regala; / la Tierra, que nos sustenta / y los ríos que nos bañan. / Uno nos da luz hermosa / desde la noche hasta el alba; / otro en céfiros suaves / respira alientos de ámbar. / La Tierra nos rinde cortes / para las hermosas galas / y el Agua, en fuentes y arroyos, / nuestra hermosura retrata. / Los cuatro tiempos del año / nuestros vasallos se llaman, / pues para nuestro servicio / se desvelan y trabajan. / Por mayordomo mayor, / a quien el gasto se encarga / de todos estos tesoros, / nos dio al Hombre, que en la estampa / sacó de su misma idea, / a su hechura y semejanza. / Todos los demás vasallos, / que son las aves que cantan, / que son los brutos que corren, / que son los peces que nadan, / como superior le dan / obediencia, así en mi casa / es mayordomo, y él solo / gobierna, dispensa y manda. / De todo esto soy señora, / pero todo esto no basta / para que de mi tristeza / note rebelde la causa. / ¡Qué importan tantos trofeos, / qué sirven victorias tantas, / si con ser emperatriz / si la voz con que me llaman / por fin de estas dichas es / la Naturaleza humana! / Hoy en el sueño me he visto... / -¡aquí el ánimo desmaya, / aquí la voz enmudece / aquí el aliento me falta / aquí el corazón presumo / que dentro del pecho llama, / y para romper la puerta / está batiendo las alas!-; / hoy, en fin, supe que puedo / perder la hermosura y gracia / de que agora soy señora, / porque entre oscuras fantasmas, / porque entre ideas confusas, / porque entre sombras heladas, / oí la Muerte, que quería / romper con una guadaña / mi pecho, diciendo: "Yo / triunfaré de tu arrogancia; / asa belleza que agora / te lisonjea y engaña / será mía, y la verás / en las profundas entrañas / de la tierra consumida. / Rosas de púrpura y nácar / entonces serán. ¡ay triste! / pálida color de gualda". / Mira si es justo que llore / si por instantes me

 

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